Madrid, 20 noviembre 2024.- Organizado por la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor y la Dirección General de Función Pública de la Comunidad de Madrid y con asistencia de más de 200 profesionales y técnicos encargados de esta labor en diferentes instituciones públicas y privadas, el Centro de Ayuda Cristiano ha visibilizado con testimonios de expandilleros que la iglesia es una solución para muchos de estos jóvenes que se acercan a ella para salir de estas organizaciones criminales y encontrar un futuro en paz y libertad.
El encuentro, que ha tenido lugar en la sede de la Universidad de Comillas, abordó desde diferentes perspectivas la actualidad de los grupos juveniles de carácter violento y en especial cómo consensuar un modelo integral de abordaje de la violencia exogrupal en todas sus vertientes.
Además de la ponencia del Centro de Ayuda Cristiano, participaron el decano de la Facultad de Derecho de esta Universidad, la Directora de la cátedra de los Derechos del Niño, la magistrada juez del Juzgado de Menores nº1 de Madrid, miembros de la Oficina Nacional de lucha contra los delitos de odio del Ministerio del Interior y de Policía Nacional, del Centro de Investigación en Ciencias Forense y de la Seguridad, y de la Consejería de Presidencia, Justicia y Administración Local, entre otros.
Desde el ámbito de la judicatura, se puso de manifiesto las dificultades que tienen los magistrados para incorporar a las sentencias a los testigos no protegidos y el hecho de no poder considerar los antecedentes de los jóvenes menores cuando pasan a la edad legal adulta.
El Centro de Ayuda Cristiano, a través de diferentes testimonios de expandilleros, recalcó que son los jóvenes quienes voluntariamente se acercan a sus iglesias a través de su familia y amigos. En el grupo juvenil Fuerza Joven encuentran valores que desconocen, como son la misericordia, la fe, el trabajo y sobre todo el perdón. La transmisión de estos valores contribuye que poco a poco estos jóvenes vayan abandonando las bandas y encuentren el sosiego interior que tanto anhelan.
Las bandas juveniles no sólo siguen un patrón jerarquizado, sino que además hacen de la pandilla su lugar de socialización que no han encontrado en su entorno más directo y ello hace que sean reactivas para reforzar además su cohesión interna.